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Coordinador de
la carrera
Profesor José
María Mendes
Estudiar historia en El Bolsón
El Instituto de Formación Docente de El Bolsón al ofrecer
esta propuesta de PROFESORADO EN HISTORIA consideró necesario desarrollar
algunos aspectos propios de la formación docente en historia de acuerdo a los
últimos acuerdos internacionales y desarrollos en el país. El perfil del
profesor de Historia en la enseñanza media no es el del investigador académico
de la Historia, sino el del docente bien informado sobre las características y
los resultados de la disciplina histórica, con capacidad de reflexionar sobre
ellos y de lograr que los jóvenes del nivel medio sean capaces de acercarse a
la representación histórica de la sociedad.
Enseñar historia
La historia hoy: expansión y diversificación1
Si aprovechamos un paseo para detenemos unos minutos frente
a los estantes o las mesas de cualquier librería llegaríamos a la conclusión de
que la historiografía es hoy una disciplina en franca expansión. Cientos de
títulos intentan seducir a los lectores proponiendo una mirada original sobre
los más variados procesos del pasado. Si, en cambio, observamos el fenómeno más
sistemáticamente, notaríamos que la producción de los últimos treinta y cinco
años permite verificar el volumen creciente y la rica diversidad de la
producción historiográfica. Libros, colecciones, publicaciones periódicas en
formatos tradicionales y electrónicos, presentaciones a jornadas científicas y
congresos –algunos de ellos virtuales–, emprendimientos editoriales: todos
ellos contribuyen a conformar una nutrida biblioteca de historia que no parece
dejar de crecer.
Durante las últimas tres décadas hemos asistido a un cambio
profundo en los contenidos y los métodos de aquello a lo que llamamos análisis
histórico, más allá de las valoraciones positivas o negativas que cada
historiador haga de esos cambios. Los orígenes de esta historiografía reciente
remiten a su vez una dramática transformación en las miradas y las perspectivas
de las ciencias sociales, a la cual podemos denominar crisis de los paradigmas
o crisis de los modelos de explicación macrosociales. En pocas palabras, se
trata de la crisis de los criterios de explicación propuestos por el
funcionalismo, el estructuralismo y el marxismo, que tanto éxito habían tenido
desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Más allá de las diferencias
existentes entre estas corrientes, todas ellas compartían un conjunto de
características comunes, en especial el hecho de que partían de una concepción
global o estructural de la realidad cuyo análisis aspiraba a identificar
regularidades históricas que permitiesen formular relaciones generales o leyes
históricas. Tal era la fuerza de esas leyes, que el papel de los hombres, de
sus ideas y de sus acciones quedaba reducido al mínimo, en tanto eran simples
expresiones de leyes estructurales que los superaban y que muchas veces ni
siquiera podían comprender. Entre las razones que precipitaron estas
modificaciones en la forma de concebir la historia se encuentra la propia
historia. Entre fines de los años sesenta y comienzos de los setenta se produjo
un conjunto de acontecimientos cuya magnitud y efectos han dado fundamento a la
idea de la existencia de una verdadera ruptura civilizatoria, en la medida en
que afectaron los propios fundamentos de la sociedad occidental.
En primer lugar, fueron fundamentales los movimientos
sociales que buscaron dar forma a un futuro utópico libre de explotación y
coerciones, movimientos que se expresaron a través de distintas formas
insurreccionales. Entran en esta amplia categoría de fenómenos desde el Mayo
Francés al hippismo, desde la descolonización a la Guerra de Vietnam, desde la
revolución cultural china al movimientismo de América Latina. La profunda
crisis económica mundial de los setenta y el advenimiento de la sociedad post
industrial completan el cuadro. Por efecto de estos fenómenos, el generalizado
optimismo de la segunda posguerra –base sobre la cual crecieron los grandes
paradigmas funcionalistas, estructuralistas y marxistas–, cedió paso a la
incertidumbre sobre el futuro del mundo. La idea de que el mundo tenía un
futuro relativamente previsible, que según los casos podía ser desde el
progreso hasta el socialismo, también le daba un sentido a los análisis del
pasado que, de esta manera, parecían ajustarse a leyes sociales imaginadas por
los historiadores. Pero una vez que la realidad dejó de ajustarse a estos
pronósticos optimistas –el colapso de la URSS a fines de los años ochenta cerró
definitivamente la sucesión de crisis iniciadas a comienzos de los setenta– la
incertidumbre sobre el futuro mundial se trasladó naturalmente a los análisis
sobre las sociedades del pasado. Ya nadie parecía seguro de ninguna ley, ya sea
que se pretendiera aplicarse al pasado, al presente o al futuro.
La envergadura de los cambios acontecidos afectó al conjunto
de las Ciencias Sociales imponiéndoles la necesidad de revisar sus marcos
conceptuales y los métodos empleados por ellas.
Sobre esta base de crisis del mundo contemporáneo se
construye y se enseña la historia en la actualidad.
1) Tomado de
http://aportes.educ.ar/historia/nucleo-teorico/estado-del-arte/introduccion/introduccion_2.php